Me preocupa que hayamos perdido la capacidad de asombro y admiración, que necesitemos cada vez experiencias y cosas más estrafalarias, distintas y estimulantes para poder disfrutar del mundo que nos rodea.
Con mis amigos hablo a menudo sobre el hecho de estar acostumbrándonos a la previsibilidad extrema en muchos de los ámbitos de la vida (habilidades, trabajo, viajes, relaciones…). A querer algo y tenerlo ya. A querer hacer algo y que sea fácil. Olvidándonos de los tiempos y del proceso. Minando así nuestra tolerancia a la frustración. Y a la vez que pienso esto, también concuerdo con que somos precisamente la generación de la frustración. A la que le prometieron y creía que luchaba por una vida con unas opciones y condiciones que nunca obtendrá.
Octubre 2024
“We are making photographs to understand what our lives mean to us” es una frase de un tal Ralph Hattersley, un fotógrafo americano del que no conocía su trabajo pero con el que estoy absolutamente de acuerdo en esto que dice. Creo que muchísimas veces, simplemente no sabemos qué estamos haciendo. Y la fotografía… no digo que cada click nos explique la vida, pero sí creo que cada foto nos pone delante nuestros anhelos, deseos y miedos. Nos hace poner el foco en lo que nos importa. Y eso le da sentido a esta historia.
Volver a los lugares no era algo que hace un tiempo viera atractivo, ¿para qué iba a ir a un sitio que ya conocía? Como si se pudiera conocer un territorio y todo lo que en él habita en un fin de semana. Mucho mejor seguir pintando puntitos rojos en el Mapa Mundi que tengo colgado en el pasillo. Somos expertos acumuladores.
El caso es que un gran viaje también se hace yendo a los lugares de siempre cada cierto tiempo. Porque un lugar nunca es el mismo hoy que ayer, ni nosotrxs tampoco. Y si somos capaces de verlo, también le da sentido a esta historia.
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