Hay ciertas cosas o escenas que por algún motivo atraen especialmente nuestra mirada y atención. Son esas cosas que no podemos dejar de mirar y fotografiar cada vez aparecen delante de nuestros ojos, o que incluso buscamos compulsivamente.
A mi hay varias escenas que me producen cosquillitas en los ojos y que acaban ocupando carpetas y carpetas en mis discos duros. Y por lo que me compartisteis en la encuesta que hice en Instagram hace unos días a vosotrxs también: puertas antiguas, el mar, la niebla, la textura de las hojas, la luz sobre las montañas, la mirada de los animales, pájaros volar…
A veces son fijaciones temporales, que aparecen de repente como una sed que necesitamos calmar. Y tal cual vinieron, un día desaparecen. Otras de estas obsesiones sin embargo, nos acompañarán toda la vida.
Siempre he pensado que todas esas cosas que atraen nuestra mirada tienen algo que decirnos de nosotrxs mismxs. A veces las entenderemos, otras no. Pero cuando es así, en mi caso, no le doy muchas más vueltas, simplemente acudo a la llamada y disfruto de la observación y la captura.
Como otra oleada de necesidad, el otro día me apeteció mucho compartir estas pequeñas obsesiones, creo que con la excusa de profundizar yo misma en ellas. Así que he creado esta serie de cartas llamadas Pequeños placeres visuales. Emails hedonistas para la vista y que, quién sabe, quizás también nos inviten a fijarnos más en la belleza de las pequeñas cosas y en eso que llevamos dentro.
🍂 #1 Esas texturas que encuentro bajo mis pies
Feliz observación,
Mei