Hace unos años, cuando cogí un avión sin billete de vuelta, un buen amigo de entonces me preguntó, ¿De qué huyes?. De nada, - dije convencida pero extrañada por la pregunta.
Huir es irse de un sitio, para acabar en otro. Un mecanismo de supervivencia que a la evolución se le olvidó evolucionar en los humanos, porque en estos momentos (y hablo de las personas que vivimos en el privilegio) de las cosas de las que solemos huir las llevamos pegadas a los talones.
Huimos del ruido,
de lo frenético,
de lo impuesto,
de las dudas,
de elegir,
de nuestros errores,
de lo que no sabemos,
de lo que no queremos saber,
de lo que sentimos,
tanto de lo bueno como de lo que aprendimos a llamar malo.
Huimos de problemas que no se solucionan huyendo y al final del día acabamos exhaustxs. Pero entonces paramos y oímos el silencio y nos aterra tanto, que volvemos a salir corriendo.
Quizás sea porque en el silencio es donde ocurren las cosas importantes.
Quizás sea porque es donde el tiempo pasa despacio y parece que no pasa nada. Y a estas alturas, eso nos agobia más que cuando pasan miles de cosas alrededor.
Quizás sea porque es donde se forjan las respuestas a las preguntas que solemos postergar.
Quizás sea porque es donde realmente entendemos y escuchamos. Y si escuchamos y entendemos tendríamos entonces que esforzarnos en cambiar, elegir y hacer cosas que no sabemos hacer, que no queremos hacer o que nos dan miedo.


En realidad no creo que la huida sea el problema, sino el uso y las expectativas que ponemos en ella de disolver las dificultades y desprendernos de las responsabilidades.
Creo que desaparecer un ratito sirve para sobrevivir a este mundo loco, bello, injusto y profundamente complejo. Nos da el tiempo para respirar y tomar perspectiva. Para discernir qué es lo importante. Para no seguir corriendo a ninguna parte.
Creo en las huidas que nos hacen volver a la Tierra y a nosotrxs mismxs.
Si acabas de llegar por aquí, verás que reflexiono bastante sobre nuestra relación con la fotografía, el entorno y nosotrxs mismxs. A veces por separado y otras todo junto. A veces las reflexiones serán incompletas o erráticas. En ocasiones, habrá más palabras que imágenes, otras más imágenes que palabras. También es posible que durante un tiempo no te llegue nada porque estaré haciendo nada o haciendo demasiadas cosas, o en el mejor de los casos, caminando por algún bosque.
La naturaleza, la escritura y la foto son mis vías de escape de ida y vuelta. Lo que hace un tiempo descubrí que me ayuda a evadirme, a parar y entender lo que miro y conectar de alguna manera con ello.
Si a ti también te sirve de algo, quédate.
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A veces también doy talleres y formaciones:
Como la de este martes 8 de octubre en la que hablaré de colores y emociones
o como el viaje fotográfico a Ordesa para hacer una inmersión en el Otoño a finales de este mes.
Aún estás a tiempo de unirte.
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Hay una frase que resuena en mi cabeza desde que la escuché en una pelicula hace ya muchos años, y tu articulo me la recuerda de nuevo: "Somos cautivos del tiempo y amantes de la eternidad".
Sin duda huir viajando puede aliviarnos unos dias, tal vez unos meses (con mucha suerte), hasta que nuestra realidad, nuestra manera de ver, sentir y actuar en el mundo nos atrapa de nuevo y vuelta a empezar. Pero resulta tan esperanzador pensar que cambiando de lugar todo será diferente, que podremos ser otras personas, vivir de otra manera... Y en ocasiones parece la única salida viable, cuando no sabemos cambiarnos a nosotros mismos, o es demasiado doloroso/costoso ese proceso....
Me encanta tu reflexión. Gracias por compartirte 🖤🖤🖤
Necesitaba leer esto, gracias por escribir y compartirlo